Carabobo, una calle con tradición de punta a punta
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Lugar: Carabobo
Por: Catalina Jaramillo
“Le voy a empezar a contar sobre Carabobo de norte a sur para que ni usted ni yo nos perdamos”, dice Don Hernando, un habitante de Medellín quien a sus 83 años frecuenta el centro de la ciudad como lo hacía cuando estaba joven. Aunque ya no juega billar, todavía va a tomarse un cafecito y a charlar con viejos amigos.
La carrera Carabobo ha sido una vía arteria importante para el desarrollo comercial de la ciudad. Para ir a Aranjuez o a Bello, cuenta Don Hernando, había que pasar por el norte, era la única vía y se conocía como Cuatro Esquinas.
Cerca de allí estaba el Bosque de la Independencia, que es ahora el Jardín Botánico, “se mantenía lleno los sábados y domingos, era un parque recreativo que tenía el municipio, había un lago con barquitas, una pista de patinaje y otra de carros locos”, asegura mirando hacia arriba, como si recordara aquella época con emoción y nostalgia.
La policlínica municipal del Hospital San Vicente de Paúl, la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Antioquia, Pepalfa (que era una empresa de ropa interior femenina) y la Fuente, que fue la primera fábrica de helados que hubo en Medellín con conos y paletas. Estos eran algunos de los lugares más característicos que se podía encontrar al dejar atrás el Bosque de la Independencia.
Más abajo estaba la iglesia de Jesús Nazareno que todavía se conserva y es considerada por Don Hernando una de las más bonitas porque su estructura es vieja, más o menos del siglo XIX. Actualmente viven los padres Claretianos, y tienen una biblioteca que según él todos deberíamos visitar.
El Copetón y El Yoyo fueron dos de los cafés más reconocidos y famosos de Carabobo en la época de los 50: “eso a ustedes nos les tocó, fue cuando estuvo de moda Daniel Santos y la Sonora Matancera, con esa canción que dice: dos gardenias para ti, con ellas quiero decir te quiero, te adoro, mi vida” Don Hernando canta con esa voz grave y marcada por los años, aquella que es la primera estrofa de la canción Dos Gardenias.
Más al centro había un espacio dedicado al comercio: “usted encontraba de todo. Estaba lleno de peluquerías, cacharrerías, farmacias, ventas de tinturas y cosas de ferretería, y había algo muy particular, como muy americano diría yo, cada local tenía avisos altos y verticales con el nombre”. Don Hernando sigue con su recorrido, habla sobre la Contraloría y El Colombiano, y al llegar al Palacio de Justicia el nombre de su diseñador se le escapa, hace una pausa, se voltea y le pregunta a su esposa: “mija, ¿cómo es que se llamaba el papá de Lucía?” De repente lo recuerda, fue Nel Gómez.
Antes todo estaba en el mismo eje, la Gobernación quedaba donde es hoy el Museo de Antioquia, el Palacio Nacional era los juzgados y el actual Palacio de Cultura era la Gobernación: “todo estaba ahí pegadito, y el Palacio Nacional fue famoso en mi época porque era el edificio predilecto para los suicidas. Muchas personas se tiraban de ahí porque era el más alto de Medellín”.
El almacén Caravana funcionó en la época de los 50 y fue el primero de Medellín que tuvo escaleras eléctricas: “toda la gente iba allá a montar en la escalera más que a comprar, eso era pura innovación”. De ahí en adelante sigue lo que es hoy el pasaje peatonal: “era una calle muy estrecha” llena de cacharrerías “por ahí la familia Santamaría hacía los billares Champion”.
Hacia el sur estaban los edificios Carré y Vásquez que todavía se conservan, y al occidente estaba la plaza de mercado, la que destruyó un incendio. Era famosa porque funcionaba como centro de abasto, por ahí pasaban todos los buses de Medellín y era el punto de llegada de las chivas: “era una plaza de mercado como las que hay ahora, pero mucho más modesta. Había carros de bestia que llevaban a los dueños de los graneros la mercancía que compraban”.
La Plaza de Cisneros se nombró así en honor a Francisco Cisneros, el ingeniero que diseñó el ferrocarril de Antioquia y en la que todavía se conserva parte de la estación, pues otra fue demolida para construir lo que es hoy La Alpujarra. “La estación era muy bonita, de ahí partía el tren hacia Puerto Berrío y La Pintada, es una de las obras más grandes que ha hecho el departamento en toda su historia”. La plaza era famosa porque era el lugar en el que se hacían las concentraciones políticas “los jefes liberales y conservadores se paraban ahí a hacer sus campañas”.
Ya muy al sur, después del ferrocarril, había unos terrenos donde se guardaban las locomotoras que salían con cargas hacia diferentes pueblos, de ahí en adelante eran mangas y se conocía como La Alpujarra. Lo único que se conserva es el IDEA, “un edificio como curvo muy bonito”, recuerda Don Hernando.
Carabobo termina en el puente de Guayaquil, de ahí en adelante sigue Belén a donde en su época Don Hernando iba a pasear con su familia, y después Guayabal que, según él lo recuerda, era un lote lleno de guayabas.
De la carrera 52 quedan algunas construcciones que hacen alusión a una arquitectura antigua y llamativa, y el comercio, aunque ya no es tan importante como era en la época de Don Hernando, sigue presente en esta calle llena de cultura, historia y tradición.